Con la muerte ayer de Francisco Ayala se va el testigo privilegiado de todo un siglo, un superviviente centenario de la generación del 27 y una mente lúcida y crítica que plasmó en sus más de sus cincuenta libros su visión de la vida, siempre marcada por una búsqueda de la ética.
El granadino y ciudadano del mundo Francisco Ayala se fue a los 103 años y con los deberes cumplidos. Con el reconocimiento de todos, los mejores premios en su haber, el aplauso de la sociedad por su saber estar en el mundo, y con la convicción de no haber hecho nada de lo que tuviera que arrepentirse.
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