Hace unos cuatro meses que a Sigal Shapriro, estudiante israelí de diseño, se le ocurrió una original idea: "la lámpara tomatera".
Funciona con dos kilos de tomates, que trabajan como una batería, a los que se les añade zinc y cobre; conectados a una lámpara pequeñita recubierta de oro para mejorar la conducción. La lámpara no lleva bombilla, sino un LED (diodo emisor de luz).
Funciona con dos kilos de tomates, que trabajan como una batería, a los que se les añade zinc y cobre; conectados a una lámpara pequeñita recubierta de oro para mejorar la conducción. La lámpara no lleva bombilla, sino un LED (diodo emisor de luz).